domingo, 28 de febrero de 2016

Ensueño de un Bandolero (Parte IV)





            Estaba tan aletargado que no escuchó que alguien abría la puerta del establo y entraba. 

            No había cambiado de posición en toda la noche, una capa brillante bañaba todo su cuerpo, por las comisuras de los labios caía un fino hilillo de saliva. La estancia entera era una caldera de vahos  soporíferos, hasta los animales estaban inmóviles. 

            Dirigiéndose a una pequeña ventana la cual abrió, Teresa saludó con aparente buen humor.

        ─ ¡Buenos días Pascual!  − Encaminó sus pasos hasta el hombre mientras hablaba. 

            ─ Te traigo comida, vino y café.  Anda, levántate y recompón fuerzas, yo regresaré después de la cena a buscarte. Habrás de tener paciencia, y dedicar el día a repasar los pasos que has de dar una vez estemos juntos dentro de la casa. Y la ventana, ciérrala en una hora, no te vaya a delatar frente al jardinero, para entonces estará por aquí. La ropa está seca, vístete y ten cuidado, sobre todo, no te acerques a los animales, no vayan a encabritarse y liemos una gorda. Don Tomás  llegará de su viaje al mediodía, por lo que toda la familia estará pendiente de él y yo podré organizar mejor tu entrada.  ¿Tienes alguna duda? (…) −Dime, ¿dormiste bien?

            Se despertó sin saber donde se encontraba, al lograr despejarse escuchó la última frase de Teresa, su cabeza retenía un vago recuerdo  de reciente  monserga.

            ─ Podías haber empezado por ahí antes de tanta bobada. Gracias, he dormido bien, y tranquila por todo lo demás, sé al dedillo  lo que tengo que hacer. ¿Dudas de mi profesionalidad? Recuerda que soy “El Floro”. Puesto que la paciencia la he de tener yo solito,  ¿por qué no me alegras la espera?
Pero ella ya marchaba...

           
            
            La tarde caía lánguida, húmeda y silenciosa, más lenta que una huida por valles y páramos desiertos con el hambre apretando el estómago. Caminó por el establo hasta sentirse  cansado, luego se metió en el barreño con agua que utilizara el día anterior. Se vistió y esperó sentado a que Teresa llegara. 

            Quizá fuese el aburrimiento, que de nuevo le pareció ver al halcón posado en el alfeizar  del ventanuco y desaparecer tras un rayo luminoso.

            A las 20,20 horas entran en la casa por la puerta de servicio. Nadie reparó en ellos, a esas horas tres generaciones Ávila al completo, huéspedes y casi toda la servidumbre, están reunidos en el salón de los juegos.

           Formando un semicírculo en el suelo, están sentados los niños sobre cojines,  detrás, en sillas, la familia con los más allegados, decreciendo la forma amigos y algunos vecinos. Al fondo, tras una separación de cuatro baldosas,  una treintena de empleados, de los que se cuentan varios de otras casas. 
           
            El dosel bermellón se balancea a voluntad de la suave brisa, tapando parcialmente la escasa claridad del  balcón abierto de par en par.
           
            Todo está preparado, una gran tela blanca de pared a pared  pende sujeta por sogas que enganchan a una biga del techo. Descansa en varios baúles dónde se guardan objetos y ropajes para la función. A un sector de la tela, los comediantes actuarán con ayuda de las luces de tres farolillos que proyectarán las sombras, en invierno proyectadas por el acogedor fuego de la gran chimenea. Al otro lado, los que disfrutarán con la función averiguando a qué ser, animado o inanimado  pertenece la sombra, en especial los más jóvenes, que no marcharían  a dormir en toda la noche. Los pequeños, Fermina, y Blas Ávila, de seis y cinco años de edad ya están alborotados.
           
            Antigua costumbre la del teatro de las sombras, que ningún año olvidan representar por fechas navideñas. En esta ocasión adelantada unos meses debido a los nuevos planes de don Tomás Ávila, que tiene en vilo a su esposa doña Jacinta con los preparativos, y a los tres hijos mayores entusiasmados con su nuevo hogar de las vacaciones, amigos y juegos diferentes prometidos por su padre. 


Continuará...
Parte Cinco


Mila Gomez. 


jueves, 25 de febrero de 2016

Ensueño de un Bandolero (Parte III)




            Después de secarse  tiró al suelo el delantal, agarró con fuerza su mano y la atrajo hacía sí. 

            Teresa  notó el febril hálito de la boca masculina acercándose a la suya. Con vehemencia la comenzó a besar,  en tanto que las manos recorrían su cuerpo en un intento desesperado de quitarle la ropa.  

            Ella se deshizo de su abrazo con brusquedad dándole la espalda, arrepintiéndose enseguida. Sabía que no podía eludir la intimidad, sintiendo desgana al respecto. Antes, prefería hablar del motivo de hallarse allí. Era de vital importancia que todo saliera bien. En su mente vislumbró  muchas veces todas las escenas del día siguiente, dudaba de si él, las recordaría. 

            Se volvió mirándole  con su mejor sonrisa, no le convenía que se enfadara. 

            ─ No seas impaciente, querido.  Tenemos un plan que llevar a cabo dentro de unas horas  y hay que preparar bien todos los detalles, no conoces la casa. Una vez terminado el trabajo podremos estar juntos cuando quieras. Queda toda una vida por delante para amarnos.  ─Expuso con delicadeza.

            ─No Rechazó serio Pascual. Llevo esperando mucho tiempo a que vuelvas a ser mía. Quiero que sea ahora. Por venir aquí he tenido que despistar a la guardia civil más veces de las debidas, lo he conseguido pensando en el momento de volver a tenerte, incluso más, que en todo el botín que consigamos. No me hagas creer que tú no lo deseas. Ven aquí.
─ Concluyó con afable autoridad. 

             Asió sus caderas y, de nuevo, la besó con pasión, conduciéndola con su cuerpo hacía las balas de paja. 

            Deshizo su moño y se dejó querer, al fin y al cabo a ella también le gustaba. Sintió que aquel no fuera su mejor ni deseado momento.


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            Teresa recompuso su ropa y altivez. Pascual al  observarla le  llegaban a la mente palabras que hasta entonces fueron silenciadas, confundiéndose con las de ella. ¿Era aquella la misma  mujer apasionada y ardiente que conoció unos meses atrás? Parecía tan diferente, casi diría que se había entregado solo por complacerle. ¿Y él, qué pasaba con él, a qué venía esa desazón repentina?  Creyó que la quería al sentir su estómago encogerse, se había vuelto a enamorar o, le traicionaba de nuevo su buena suerte.  
           
            La evidencia marcaba arrugas y canas, aún así, distaba de considerarse un viejo a pesar de darse cuenta  de la diferencia de edad que los separaba, acaso por eso, ella tuviera otros ademanes, otra forma de expresar sus sentimientos, si bien, tampoco fuera una moza. Él comenzaba a mirar las cosas y sucesos a través de un prisma serio y práctico. Hizo balance de su vida, no esperaba nada excepcional de ella teniendo en cuenta sus tropiezos, a no ser que jugara muy bien con las cartas que el destino le repartía cada día. Convencido de tener derecho a caminar acompañado del amor, en lugar de la mísera soledad allá donde fuese.

            Calmado ese ardor desmedido perteneciente a una edad más temprana,  podía examinar con precisión hasta qué punto el hallazgo del reencontrado amor, le depararía un futuro asentado en los cimientos del cariño y respeto mutuo. Aquella mujer pareciese tenerlo hechizado con sus encantos. Su alma solitaria y vagabunda necesitaba el reposo que confiere el hogar al lado de una buena esposa, sabía a qué se refería, también esa estupenda compañía la perdió,  igual a  tantas cosas buenas que en el pasado le pertenecieron. Por alguna razón inexplicable, empezó a dudar de si Teresa llenaría el tremendo vacío de su corazón y le ayudaría a encauzar su camino. La conocía tan poco que la vio extraña.

            Se dibujó ridículo, desnudo sobre un montón de heno que se adhería a su cuerpo húmedo, en un establo donde el calor y olor de los animales le tapaban las fosas nasales. 

            ─ ¿Qué te ocurre?, ¿me estás escuchando? No te habrás echado para atrás. Mañana es el día, está todo preparado. ¡Contesta!, dime algo por el amor de Dios.  ─ Espetó irritada al comprobar que sus palabras fueron esfumadas.

            Contestó con desgana.

            ─ Si, si, me acuerdo de todo, lo hemos hablado muchas veces. Es el trabajo más fácil que me han encomendado hasta ahora. No tienes de qué preocuparte mujer. Anda, ven aquí un ratito más y lo volvemos a repasar.  ─ Deseó que ella aceptara para limpiar de telarañas su espíritu  inquieto.

            ─ Tengo que marchar, he de volver antes que Carmela termine de recoger la cocina, la señora puede llamarme en cualquier momento para acostar a los niños.

            ─ Haz lo que quieras. Estoy muy cansado, creo que me dormiré enseguida.

            A punto de abrir la puerta para salir, Teresa se volvió para advertirle.

            ─ Ten cuidado, vendré en cuanto pueda a traerte comida. Por lo demás, si no haces ruido nadie te descubrirá, mañana no necesitan sacar a los caballos y las llaves las tengo yo. Que descanses.

            Dejó de vagar por los recovecos de sus miedos, se centró en las próximas horas dentro de la casa que pensaba con gusto desvalijar.  Si todo salía bien, y  el botín era tan substancioso según pronóstico, su vida volvería a la mejora de los buenos tiempos, dejaría de delinquir y formaría una familia, incluso con hijos, si Teresa quería hermanos para el que ya tenía, al que mantenía en secreto y a salvo de las malas lenguas. Vivía en la ciudad, donde lo cuidaba su hermana y el marido de ésta.  Lo traerían a vivir con ellos, eran viudo y soltera, libres para comenzar de nuevo en algún lugar que no les conocieran, nadie tendría que saber nunca que aquel hijo no era de ambos.



            Se quedó dormido imaginando un nuevo hogar para los tres.  

Continuará...
Parte Cuarta

Mila Gomez. 


lunes, 22 de febrero de 2016

Ensueño de un Bandolero (Parte II)








                Casi le igualaba en estatura, una buena moza capaz de enamorar a quien se propusiera.

           Fue en la primavera pasada cuando la conoció en Gea, enviada allí para cuidar de una parienta enferma de su señora. 

            Él paseaba próximo al lavadero municipal y escuchó las alegres conversaciones de las lavanderas, se detuvo, tímidamente se acercó con precaución de no ser visto. En lo primero que se fijó  fue en las protuberantes caderas de Teresa que, encorvada por la cintura, las  movía con grácil descaro al son de sus musculosos brazos desnudos, restregando la ropa. 


            Esperó a que terminara y quedase sola para interceptarla.
  
            ─Perdone el atrevimiento. Dijo inclinando la cabeza con el sombrero en la mano.  Una dama tan elegante como usted debería tener criada que acarrease con ese pesado cesto.

            Mirándole con altivez contestó.

            ─ Creo que sus ojos no ven del todo bien. ¿Acaso no se ha fijado en el desgastado delantal y mis ásperas manos? Yo soy la criada.

            Siguió su camino ignorándolo.

            A Pascual le gustó enseguida aquella joven, en especial las curvas pronunciadas de su figura, con sus voluminosos pechos que parecían querer escapar por el escote de su  jubón, que ni el lazo de la mantilla disimulaba.

            ─ No quise ofenderla. Créame si le digo que me resulta muy hermosa y distinguida. Bien podría pasar por ama que por criada. Satisfaría mi torpeza si me permitiese llevarle el cesto a su domicilio, en el caso, claro está, que no haya molestia por parte de su prometido si nos viera.

            Teresa lo miró divertida. Aquel corpulento hombre bastante mayor que ella, con las dos manos sosteniendo el sombrero, le resultó atractivo y, atrevida e ingeniosa la manera de abordarla para entablar amistad. De ninguna manera creyó que la considerase otra cosa que criada, lo había visto cerca del lavadero, y seguirla disimulando a posteriori. Se preguntó de qué casa del pueblo sería, no lo había visto nunca. Tampoco ella era de allí, detalle que la indujo a conocerlo.

            ─ Es usted muy ingenioso y amable, para su conocimiento le diré que no soy casada ni prometida. Puesto que quiere llevarme el cesto, se lo cedo, a mi me pesa demasiado.

            ─ Gracias por la confianza. He sido guardaespaldas de un importante caballero, la escoltaré hasta su casa como si su vida dependiera de mi presencia.

            ─ Ja, ja, ja,  ¡Que gracioso! Aquí nunca pasa nada. Pero quizá usted, altere la costumbre.


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            A bocanadas el aire les trajo el olor de las fraguas cercanas, el sonido de los cencerros y el toque de oración de las campanas. Los ovejeros entran su rebaño en las parideras, allí las mujeres ponen el cáñamo a secar. Todos paran sus quehaceres para verlos mejor, y fijarse en el forastero que tapa  su cara con el cesto y acompaña  a Teresa.

            Se despidieron antes de llegar a la plaza aragonesa. Durante siete días se vieron a diario, Teresa procuraba hacer escapada nocturna y él, se ocultaba  dentro de una cueva que nadie conocía, comiendo los frutos de la tierra, lavándose en el río antes de los encuentros amorosos. Con el sombrero y las solapas de la chaquetilla levantadas, nadie pudo distinguir con claridad sus facciones en las pocas horas diurnas en las que  cargaba con el  cesto de la ropa, si bien sospecharon que podía  ser miembro de alguna de las cuadrillas que últimamente, asaltaban las parideras para llevarse alguna oveja.  



            Los dos amantes tuvieron tiempo de saber el uno del otro lo que necesitaban saber. Muchos secretos a medias confesados mientras yacían desnudos  en el lecho de una agreste carrasca, tendidos sobre una manta de tiras, abrigados por la mantilla de Teresa, conociéndose a través del tacto de los dedos y sus húmedos labios.  Los dos eran expertos en las artes amatorias, sobre el tema, hablaron lo justo y ninguno pretendió saber más. Eran libres y eso bastaba por el momento. 

            El futuro más próximo lo planearon bajo la atenta mirada de los redondos ojos de un mochuelo. 

Continuará...
Tercera Parte

Mila Gomez.


viernes, 19 de febrero de 2016

Ensueño de un Bandolero (I)


Entonces el malhechor no puede hacer el mal sin la voluntad oculta de todos ustedes…. Y cuando uno de ustedes cae, él también se cae por los que están detrás de él, una advertencia contra la piedra del tropiezo. Ay, y él se cae por aquellos que están delante de él, quienes pensaron más rápido y con paso más seguro pero no sacaron la piedra del tropiezo… El asesinado no es considerado libre de responsabilidad por su propio asesinato y, a quién le robaron no se le considera sin culpa por ser robado… Sí, el culpable es a menudo la víctima del que hirió.
"Khalil  Gibran"




Ensueño de un Bandolero
           
            Cruzó profundos barrancos y altas montañas, caminos estrechos colgados al borde de inmensos precipicios cuyo fondo discurría el cauce del río.  Frondosos pinares, praderas y enebros oscurecían su verdor al compás de la llamada nocturna, lenta y silenciosa, que brindaba el tórrido verano. 

         Cuando el sol se ocultó bajo el cerro, el crepúsculo advino tiñendo las altas cogollas de los árboles de un color naranja intenso. Aunque cansado y sudoroso, su atlética constitución y entrenamiento de su época pedestre, le permitió llegar a su objetivo antes que la luna se adueñara por completo de la noche.  
            
            Oculta en un pequeño valle de altas y espigadas mies a punto de recolectar, se enaltece la lujosa residencia Ávila. 

            Descendió con cautela por entre los almendros a través de un campo amapolar.

            Un muro de piedra y alta puerta enrejada  le frenaron  el paso. En vano, tentó a la suerte para abrirla  con un breve y apretado empujón. Sin dilación, sus dedos pasaron a blandir  el rígido pasador, el  chirrido de los goznes le alertó a desistir.  Comprobó que la faja sujetaba bien el trabuco y los cuchillos, se quitó el cachirulo que cubría su cabello, se secó el sudor de la cara con él, y volvió a colocárselo.  Estudió las piedras al tacto encaramándose  por las  grietas más abiertas. 

            Saltó cayendo en una cálida sábana boscosa. Por su costado derecho el olor del florido tomillo del lindero, por el otro, el casi salvaje aroma de las coloristas rosaledas. En medio de lo que parecía un parque natural, que a su intromisión favorecía, un camino de gravilla llegaba hasta la entrada de la casa, presidida por un silvestre laurel y un porche sostenido con columnas; dentro: un sofá de mimbre, dos mecedoras de madera, una mesa redonda y macetas con plantas cuajadas en flores. 

            Del hato extrajo cuatro aves muertas asidas. Aguardó agazapado que expandieran el olor, sabía, que en pocos minutos darían resultado. Dos perros negros aparecieron al mismo tiempo, corrían hacía a él, sacaban espuma por la boca y enseñaban los dientes, sin embargo, apenas salió de sus gargantas las amenazadoras protestas de bienvenida que cabría temer, de dos machos guardianes de una casi fortaleza. Las aves lanzadas los detuvieron, olvidándose del  intruso.

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            El cielo se pintó de añil claroscuro, la media luna y los pequeños astros refulgían igual que luceros colgantes. Cuchillo en mano por entre los olivos, anduvo unos quinientos metros cuesta arriba hasta llegar a las cuadras, sin perder  de vista las luces que se iban encendiendo por la casa. Creyó ver un halcón sobrevolar por encima de su cabeza.


            Entró sin vacilar,  sintió el cálido y fermentado tufo del establo, vahado  por dos finos cirios. Los caballos y los burros  estaban tranquilos.  Cauteloso preguntó.

            ─ ¿Hay alguien aquí? 

            Detrás de una bala de paja salió sonriendo Teresa. 

            ─ ¡Querido Pascual!, temía por ti. Entra rápido y cierra la puerta, no se vayan  a asustar las bestias.
      
            Igual que a un encontrado amigo, lo abrazó y besó en las mejillas. Se acercó a un estribo esquinado de piedra, cogió y encendió un quinqué para iluminar mejor la estancia. 
 
            ¡Me alegro tanto de verte! Llegué a pensar que quizá no te arriesgarías a venir. Has sido muy valiente al correr sin duda los peligros del camino.

            Pascual contestó dirigiéndose a su lado y, al encuentro de un plato con comida que Teresa le señalaba.
 
            No hubo problemas, tus indicaciones de todo lo que podía encontrar me facilitaron las cosas. Además, tus amos son muy confiados.
 
            Si, no están acostumbrados a visitas inesperadas, y los perros apenas saben atacar. –Le respondió Teresa.

            Pascual de pié, comía con buena gana la carne de buey estofada y un trozo de magra con pan, acompañado de generosos tragos de vino de la bota. Teresa a su espalda, sentada en una silla, le observaba en silencio comer el sobrante  de cena que ella misma escogió. Habida cuenta su estómago, se giró despacio hasta encontrar los trigueños ojos de la mujer. Presta se levantó, adivinando su ferviente intención le propuso.

            ─Tengo preparado un barreño con agua, estuvo todo el día al sol y guarda buena temperatura, ah, y  una pastilla de jabón. Te sentirás mejor una vez te hayas quitado el polvo y sudor del camino. Mientras tanto, lavaré tu ropa y  repararé el calzado. Quiero que mañana entres en la casa decente.  



            Obedeció más por quitarse el  cansancio y relajarse, que por la suciedad de los cuatro días caminando a pleno sol. Al terminar ambos con la tarea, Pascual desnudo y mojado cogió el delantal que le alargaba Teresa para tener algo con que secarse.

Continuará.... Clica Aquí para leer la segunda parte.



Mila Gomez. 



Nota: Pedestre

sábado, 13 de febrero de 2016

NUEVO PREMIO


En esta ocasión comparto con vosotr@s un premio, uno nuevo, original y muy especial. Se trata de Co. Menta. Concedido por Julia C. Una persona por la que siento un cariño especial desde que la conocí, se ha convertido  en compañera y amiga y de cuya presencia me sería difícil prescindir. Sus escritos son un verdadero deleite para mis sentidos. Y sus comentarios, ¡me hacen sentir divinamente!. Por lo mismo, es un honor recibir este reconocimiento de su mano. Estoy segura de que todos y todas sabéis de quién hablo. 

Aquí os dejo su dirección por si queréis saber más de ella.  +Julia C. 

(Copia del blog de Julia, por así parecerme correcto)
Este galardón ha sido creado por compañeros nuestros en el afán de premiar a aquellos que comentan en los blogs (no a los que escriben las entradas, ojo) de forma amena y constructiva. Además han tenido el buen gusto, en mi modesta opinión, de elegir un nombre en castellano que todos los que escribimos en este idioma podemos entender e identificar fácilmente.

Estos fenómenos, los creadores, son: Joseme españoles, Chari BR7, Inma Cabezas, Marigem Saldelapuro y Francisco Moroz, que se hizo cargo del diseño del premio. Mirad, os voy a enseñar lo bonito que es:



Como veis se compone de dos palabras:
*Co, que hace referencia a compañía, compañeros, comunidad, colectivo, confianza, y;
*Menta, palabra referida a la frescura del comentario, un aire fresco que motiva a seguir con otras publicaciones, un dulce alimento de musas a las que tanto mimamos los creadores de contenidos.

El micrófono y la pluma son señales identificativas de la comunicación hablada y escrita.

Y ahora las bases de participación del premio:

- El autor que concede el premio debe valorar el contenido de los mensajes de sus nominados, las palabras usadas, la corrección en el lenguaje, su originalidad, lo que aporta. Y también la frecuencia de los mismos. 

- Al recibir el premio, lo primero es agradecerlo a quien te lo entregó, y después pensar en otros dos nominados a quien entregarlo (solo dos para evitar las largas cadenas que en ocasiones se originan)

- Si tienes un blog basta con colocar la imagen del premio en lugar visible y especificar el nombre del autor y blog que te lo concedió. Y si tienes la suerte de recibirlo en más de una ocasión, basta con que vayas añadiendo los nuevos nombres de los compañeros a pie de imagen.

- Si no tienes un blog puedes poner la imagen en tu perfil de Google+ y añadir el nombre de la persona que te lo concede, su blog y un enlace a la entrada en que te fue concedido en una publicación.

- También debes hacer pública la nominación en la red, en ambos casos, compartiendo con tus círculos, seguidores, etc. 

Y ahora es el turno para hacer mis nominaciones.


Estas dos mujeres han estado conmigo desde que me atreví a mirar un poco más allá de mi blog, y desde entonces, sus cálidos y motivadores comentarios, amistad e incondicional presencia en todos mis escritos, me han dado un gran ímpetu para seguir adelante. Siempre han tenido la gentileza de mostrarme su afecto y ni por un momento me han hecho sentir sola. Siento por ellas un gran cariño y las dos, han pasado a ser parte de mi familia virtual.
¡Va por vosotras, amigas!

Un gran saludo cordial a tod@s los que seguís en el mismo camino. 


miércoles, 10 de febrero de 2016

Agradecimientos


¡Hola amig@s!

En el mes de enero me han  otorgando premios fabulosos, quiero agradecer públicamente y con mucho gusto, a las tres compañeras que tuvieron la deferencia de concedérmelos.

                        PREMIO Best Blog                            


PREMIO Parabatais.


           
Proviene de los Parabatais, guerreros Nephilim que luchan juntos de por vida, unidos por el vínculo de la cercanía y el compañerismo. Ese es el espíritu del premio, el reconocimiento al compañerismo y a la hermandad entre bloggeros.
              

Los dos premios me los concedió Chari BR7 y su blog “La voz de las olas”. +Chari BR7 

Es casi imposible entrar por estos lares y no acordarme de Chari, su simpatía y positivismo, son un gran aliciente para mí, de alguna manera me contagia su energía para seguir con mi afición bloguera. Admiro también de ella, su capacidad de lectora y comentarista para con todos sus compañer@s. Y por supuesto, su creativa labor diaria. 


PREMIO VERY INSPIRING BLOGGER




Este es un premio otorgado por los bloggers a los compañeros bloggers que les inspiran y que están motivados para hacer de la blogosfera un lugar hermoso. El premio nos pide que honremos y aprendamos más sobre la persona que hay detrás del blog. 


Este fantástico premio me lo concedieron; 

Eva Mercader y su blog “La Ciudad Esmeralda”   +Eva Mercader 

y María  Campa Peláez y su blog “Mamá escritora” +María Campra Peláez 

Con Eva comparto similares filosofías de vida, estoy segura de que si nos conociéramos en persona, interesantes debates nos llevarían a pasar buenos momentos aprendiendo juntas. La considero una excelente narradora de historias, con una gran maestría en realizar análisis de famosos cuentos, como "La Bella y la Bestia" o, "El Soldadito de Plomo" os recomiendo su lectura.  

En María destaco un aspecto que a mí me resultaría difícil de aplicar, día a día extrae una esencia, una cotidianidad, un algo, y nos lo cuenta con  gracia y soltura en diferentes géneros literarios. Diría que las palabras y ella hacen buena conexión.

Si aún no las conocéis, pasad por sus blogs que de seguro  no os dejarán indiferentes.  ¡Os engancharán!


Chari, Eva, María, ¡sois encantadoras!. Muchas Gracias por acordaros de mi blog “Encuentros”, y concederme estos bonitos premios que son un detalle de gran valor para mí. Me siento muy honrada. A vosotras os entrego mi gratitud y el reconocimiento de los mismos. 

Felicidades por vuestro talento creativo. 




martes, 2 de febrero de 2016

El Problema





Todos Somos Uno.
Me surgen conflictos internos a la hora de reconsiderar dicha suposición como una cuestión Totalitaria, en la cual, si Todos Somos Uno, no hay Uno que esté separado de nadie, siendo así, ¿Qué hace que nos tratemos como si cada quién nada tuviese que ver con los demás? No nos conocemos físicamente, este podría ser uno de los motivos para crear una discordia separatista.  
Si  Todos Somos Uno y yo me siento separada, tengo un problema de identidad, el problema es mío aunque debería ser de todos. Es el primer problema que debo resolver a pesar de que si en verdad  Todos Somos Uno, el problema ya está resuelto antes de comenzar. Si  estoy dentro de una Misma Identidad y nunca existió el problema, debí  sentir  separación en la confianza de que Todos Somos Uno. 
Y al tener ese problema sin resolver que por otro lado siempre estuvo resuelto por carecer de fundamento, advino otro problema por querer comprender, de dónde había surgido la separación con el resto, provocando con ello y sin querer, variadas clases de conflictos.
Un problema de falsa identidad creado por uno solo, pasa a ser de Todos Somos Uno. La solución estaría en saber, qué debería hacer para volver a la Identidad y sentirme dentro de Uno.
Sabiendo que no existe razón alguna de preocupación por no existir ningún problema.
¿De dónde salieron los problemas que padecemos todos?
¿De la separación con lo Divino?




Mila Gomez.


La tentación de considerar que los problemas son múltiples es la tentación de dejar el problema de la separación sin resolver”.
"Un Curso de Milagros"