sábado, 26 de noviembre de 2016

Cuando...




  


Se siente aliviada, el día acabó y dejará que la noche se lleve su sufrimiento, el dolor que siente por todo el cuerpo y lo que nunca acaba de comprender. El sueño la reparará, quizás mañana pueda poner los pies en el suelo sin sentir vértigo, sin verse ojeras por su inquieto descanso nocturno, ¿por qué no? Piensa que podría despertar y sentir salud, o no traer consigo un nuevo malestar, o encontrárselo después. 

Pero tiene miedo, a que el siguiente amanecer no sea diferente de los anteriores. 

De naturaleza tan enfermiza que conoce un puñado de males,  vienen y marchan y alguno se queda con ella. Persona de la que erróneamente se calificaría  "débil de espíritu", con poca energía vital. Nada sabe de la existencia de esa clase de energía y teniendo suficiente para vivir con dignidad, e incluso con plenitud, desconociendo, es persona de las que dan todo de ella misma sin tomar nada a cambio, hasta de lo que parece escasear, como la propia energía. También desconoce abiertamente la manera de coger para sí las vitaminas de la vida, la energía que constantemente le brinda el Universo, a través del sol, la naturaleza o sus pensamientos amorosos y positivos. El mero hecho, en caso de saberlo, de que otra persona le resta vitalidad, no lo creería ¡a ella!, que cree no valer para nada y se consuela con tan poco, suficiente para seguir en su andar diario.   

El esposo tampoco conoce la existencia de la energía vital, sin embargo él, la que le refuerza y da coraje es la que le proporcionan los demás. Inconscientemente, absorbe la de ella cuando dormidos, sus cuerpos de luz se encuentran en la penumbra de la habitación y él posee la de su esposa. Cuando durante el día, piensa en ella con lástima, la imagina enclenque e incapaz de realizar las tareas de la casa y él, complaciente, las realiza para que ella descanse agotada. Cuando sus pensamientos de víctima vuelan al lado de otra mujer más vigorosa. Cuando la mira de reojo y la ve como un despojo, pobrecita, ¡lo que sufre! La anima a arreglarse pensando que nada va a poder cambiar su imagen, o cuando piadosamente le insinúa otra indumentaria. Cuando la saca a pasear para que se sienta animada y ella siente dependencia, la compara con otras y ve en su esposa a una desafortunada compañera. Cuando le habla como si fuera infantil que no verá cumplir sus metas de adulta. Cuando la insulta benévolamente para sus adentros o le critica con poca gracia y ella siente tristeza. Le dice que por ser buena es tonta y ella se come la tontería con la comida. Cuando le pregunta con resignación que dolor le hace más daño y la consuela diciendo que ninguna medicina le hará volver sana, dado su debilitado estado, todo son contraindicaciones y se volvería más enferma.

Cuando queriéndola, no sabe amarla y la está perdiendo…. 

Entretanto se va debilitando mientras él se va avivando de una energía, de la que algún día tendrá que saldar cuentas sin saber por qué.


***

La salud física, la paz mental, también se gana o pierde por las transmisiones mentales, el intercambio de la energía o la intención. Nada queda sin dirección ni sellar, siempre hay algún remitente que las recibe y acoge a cualquier distancia. 

Gracias.

Mila Gomez.  


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Propósito Vida de Adela.



Se nace con el conocimiento, a muy corta edad se ha olvidado y se va preparando para participar en la vida y la sociedad con un programa específico sin ningún recuerdo concreto. El propósito de vida queda ligeramente al margen de lo que por instinto o intuición, el subconsciente da una alerta y la memoria reconoce una afinidad, una pose, una característica casi irreconocible pero altanera.  Un Dèjá vu, te conozco, esto ya lo he vivido, visto...

Un hilo conductor condujo a Toña hasta Adela y a esta a Toña.  En ese hilo iba una conexión que ellas reconocieron como una unión, dentro del subconsciente.

Uno de los propósitos de vida de Adela era conocer a Toña de distinta manera y hacer las paces con ella. Ni a Adela ni a Toña le importaba lo sucedido en otra vida juntas, tan solo querían verse como hermanas, lo que nunca por derecho de Ley Divina dejaron de ser. ¡Eran almas!, el cuerpo simplemente les serviría de vehículo, y despiste. Para ello escogieron cada una un recurso terrenal con el que poder identificarse y llevar a cabo la mutua tarea.
 ∞∞∞
 El apego, o recurso físico y emocional escogido por Adela para vivir la experiencia, fue la soledad, aquel abandono que en la primera vida no supo conquistar, y se sintió perdida, sola, traicionada y separada de la vida y la hermandad, por el que tuvo que mendigar la compañía de su familia, dando lástima, y en la siguiente vida continuó sintiéndose sola a pesar de tener tres hijas y esposo. Soledad.

Para que pudiera ver mejor los efectos de la soledad, sus hijas, incluida Eva, (Santiago) tenían el acuerdo con su espíritu, de dejarla sola con su cometido llamado Toña, por eso no vivían cerca de la madre.  Eva (Santiago) haría de testigo entre las dos para ayudarlas en el trato, y sintieran en ella/él un apoyo moral, y al igual que en la otra vida, sin inmiscuirse demasiado.

Sin embargo Adela estaba defendiendo el papel de vida al doblegar su orgullo y seguir con Toña pese a soportarla a duras penas, aún se sentía desamparada por sus hijas, y la vida.  La soledad apretaba, pero en su dignidad, Adela aguanta.

Toña escogió para la experiencia un recurso, o apego, que fue la comodidad, aquella frialdad con la que en la vida pasada quería lo de los demás sin haber apenas trabajado, al marido, el cuñado que le resultó fácil presa. Esa comodidad la seguía manteniendo ahora con Adela y a pesar que también a ella le estaba costando soportar, seguía con su plan, hasta, que vio que el tiempo elegido se les echaba encima. Por lo que no tuvo más remedio, inconscientemente, de echar más leña al fuego complicando con ello la convivencia con Adela, esperando que diera el último paso.

Toña, en su comodidad, ya le da igual dejar de ser la cuidadora de Adela, pero en su conciencia pesa la soledad de Adela y ha de estar con ella hasta que esta reconozca que no está sola, están sus hijas, familia…

Ese hilo conductor, ha de poner otra puntada, la situación es más complicada para Adela, por haber escogido un apego recurso con más carga emocional que el de la comodidad de Toña, es evidente.

El tiempo se acaba, espiritual y evolutivamente Toña está a punto de cometer otro error, la comodidad ya le da igual y va a abandonarla, pero al mismo tiempo va a dejar a su “hermana de alma” sola, ¡otra vez!.

Adela necesita un empuje de alguien que la quiera y confíe  en ella. Un ser cercano, familiar, Rosa, que también colaboró a favor del propósito de vida.

Lo que dio lugar.

Adela se decidió a reconocer que en su soledad se encontraban sus hijas, familia…yendo a vivir acompañada, sintiéndose viva en una cómoda soledad. 

Hoja del diario; "Un Viajero en el Tiempo"

Para leer la primera vida de Adela,  Clica Aquí
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Gracias.
Mila Gomez. 

sábado, 12 de noviembre de 2016

Adela en la actualidad


Después de que Adela explicara y guiara por los sucesos de la anterior vida, me lleva a conocer los pormenores de la vida actual en la que también, con distintos cuerpos y nombres, está acompañada por Toña y Santiago. 




     Una suerte haber podido concebir en esta vida a tres soles de mujeres. Siendo jóvenes las circunstancias quisieron que abandonaran el hogar familiar para continuar su destino alejadas en la distancia, no en sí de sus corazones que aman a ésta pobre mujer viuda que sigue enfadada con la vida y desconfiando de su buen porvenir. Que a pesar de tenerlas siempre albergué una vaga sensación de soledad, y, a pesar de sin fundamento, con la absurda sospecha de que la pequeña ocasionaría un adulterio en casa de alguna hermana.

     Ya a mi esposo traté como si me hubiera sido infiel y despreciara, cuando él lo que deseaba era un hogar tranquilo y feliz, hicimos difícil la convivencia y marchó su espíritu y en cierta forma, sentí alivio de su partida. La memoria que había en mis células inconscientemente aún seguía enferma por un desprecio que ocurrió sin estar él presente, pero no supe obrar de otra manera.

     Quedaron mis tres hijas cada una con su vida y yo sola con la mía. Cuando me vieron con avanzada edad decidieron buscarme compañía en otra mujer joven, vecina y con buenas referencias para ayudarme en los quehaceres de la casa y tuviera apoyo moral.

     Y a mi casa vino Toña con otro aspecto físico a cuidarme y yo encantada, al principio, durante cinco  años no había nadie mejor que ella, la volví a sentir imprescindible como en aquella vida pasada que fuera hermana y en ésta no reconocía como tal. La misma que me traicionó con el beneplácito de mi esposo. ¡Pero qué cuidada y a gusto me sentí con ella, otra vez! 

    También, al igual que yo tenía su propósito de limpiar memorias de los recuerdos que tanto dañaron a ambas. 

     Para ésta ocasión de vida no había marido por medio, solo tenía que dedicarse a mí por completo, y nos quisimos, aunque con reservas. 

     Lo curioso que llega a ser cómo el subconsciente te da alerta de que aquella mujer es la Toña y yo la Adela de entonces. Algo dentro de mí intuía conocerla. 
     
     Cinco años procurando las dos vernos y querernos como verdaderas hermanas, del todo no lo conseguimos pero el respeto fue mutuo. Luego vino el control por hacerse con la casa y situación, Toña es muy autoritaria y yo me siento presa de la necesidad de tenerla cerca. Después, pasamos tres años en las que del amor al odio cada vez había menos trecho.  Palabras sutilmente hirientes nos profesamos, y a espaldas criticamos, a veces despectivamente el comportamiento de una para con la otra.

     La situación se tornó fastidiosa para ambas, yo era la más perjudicada, anciana y lejos de las hijas y demás familia, sentía desamparo e impotencia para decidir por mí misma, solo contaba con ella. Toña quiere dejar el trabajo de cuidadora de una mujer por la que no siente mucha simpatía, pero le doy lástima, me amenaza con irse y yo con despedirla, las dos sabemos que el dinero que le retribuyo por su trabajo es demás justificado. Eso la motiva a no cambiar de empleo. Está cómoda.  

Para mis adentros rezo, tú no te vas hasta que yo lo decida.

     Las tres hijas opinaron que lo mejor sería cambiar a la mujer de compañía, pero yo siempre daba las mismas excusas; no hay nadie que me conozca mejor que ella, dónde vamos a encontrar otra igual, ya no tengo edad de enseñar a nadie, así un largo etcétera durante esos ambiguos tres años en los que las dos nos aguantamos, y en los que el cariño igualmente estaba como desaparecía.  

     De mis tres hijas, la única que defiende y atribuye disculpa a Toña  es la mayor, Eva, que no es otra que el hermano de la vida pasada, Santiago, el que no se atrevía a juzgarnos. Las dos congeniaron siempre y a pesar que también desea lo mejor para mí y comprende que no puedo estar más tiempo con Toña, Eva (Santiago) decía que no comprendíamos a Toña y que era buena mujer. Vuelve sutilmente a defender a Toña.

     De irme de mi casa solo quiero ir a la de Eva, hija preferida por la que siento esa clase de confianza que confiere la sensación de compartir raíces profundas. Eva rehúsa el compromiso porque de siempre intenté controlarla, más que a sus hermanas, y le disgusta y afecta que critique su obesidad, algo que cuando era Santiago criticaba en la Adela que fui.  Intercambiamos papeles.

     Quiero quedarme y marchar, estar con Toña y sin ella, poseo las dudas de no saber lo que me conviene y una soledad en la que estoy a gusto. Mis hijas quieren ayudarme pero yo no las dejo. Y al cuerpo en el que habito se le ha añadido tiempo a la espera de deshacer el enredo que allá, con otro cuerpo lié en colaboración con dos personas que portaban la misma sangre que la mía. Pido al tiempo otorgue suficiente largura para marchar con el perdón y el amor de quienes compartieron conmigo una desdicha mal vista.

∞∞∞∞∞∞
     
     Rosa, amiga que solicitó mi ayuda en un plano astral, en un acto de claridad mental por fin pudo comprender lo que necesitaba su parienta, que habiendo cumplido con el contrato de vida para con Toña y Santiago precisaba de un nuevo hogar, alejada de la que fuera hermana en la anterior vida. Rosa le ayudó a encontrarlo muy cerca de ella y Adela, está cómodamente instalada aprendiendo y enseñando de otras experiencias de vida, bien amada y atendida por sus hijas.  Cuando hizo la mudanza, Toña estuvo allí para despedirla, ambas se abrazaron y besaron y fue a Toña, que Adela dejó parte de sus posesiones materiales y con ellas el perdón que se otorgaron. 


Fin


Hola del diario de; "Un Viajero en el Tiempo"

Próxima entrega, reflexión sobre el propósito de vida de Adela. CLICA AQUÍ Para leer. 


Para leer anterior vida de Adela, Clica Aquí.

Gracias.
Mila Gomez. 

           
         
           


miércoles, 9 de noviembre de 2016

Adela

Del color de la plata con reflejos azules era la dimensión en la que me encontraba y en la que vi aparecer a Rosa dejando tras sí una neblina dorada. Amiga que me contó el dilema por la que su mente litigaba por el día. Tenía una pariente por la que sentía predilección, preocupándola el estado de soledad y vejez en la que esta creía  encontrarse.   Rosa,  intuía, que en algunas de sus salidas extra corporales a medio despertar entre los dos mundos, le había preguntado cuál era su prioridad aquí en la Tierra y si ella, podía ayudarle en algo.

Preguntas y respuestas fueron expresadas y entendidas, las implicadas sabían los pasos que deberían de dar para hacerse de soporte y quedar las dos conformes en el plano físico.  Rosa al actuar con su mente analítica en nuestro mundo de ilusiones, olvidaba la visita nocturna con todo lo que motivó el que con su otro cuerpo de luz se reuniese con su familiar. Se impacientaba y tenía dudas, el tiempo pasaba rápido y se permitió solicitar mi ayuda, también olvidada al haber sido realizada en donde el cuerpo no tiene cabida y la mente es reacia a recordar. El mundo de los sueños y las fantasías.

Fui con mi cuerpo de luz  a ver al Ser que le causaba tanta preocupación.  

En una realidad onírica la parte de un Karma que me mostró con escenas familiares fue el siguiente; 

    


     En la vida anterior a la que tengo, era la mayor de tres hermanos, mi nombre era Adela, y el de mis hermanos por orden de edad, Santiago y Toña. Me casé enamorada y fui a vivir con mi esposo al común hogar. Al morir mis padres, aún seguían solteros mis dos hermanos, y solos se quedaron viviendo en la casa de la familia. Toña se concedió el papel de ama de casa, y Santiago no tuvo más, que continuar con el que tenía. Para Toña el cambio supuso un descubrimiento alentador, aprendió a organizar un hogar y tomar decisiones que mejor le conviniese.

     Al cabo de dos años Santiago se casó, trayendo a vivir con ellos a su esposa. Toña estuvo encantada al principio hasta descubrir que al tener que compartir decisiones y cuidados de Santiago con su cuñada, iba perdiendo tranquilidad y la gestión matriarcal a la que se había acostumbrado y tanto le gustara, eso la mortificaba. No le pintaba fino ni cómodo el futuro con otra mujer cerca privándola de autoridad.

     Al nacer la hija del matrimonio, a Toña le cayó encima más trabajo y menos decisiones. No le gustó nada haber sido relevada de su condición de ama de casa, tenía tristeza y mal humor. Decidió en uno de sus arrebatos venir a vivir conmigo y mi esposo.

     ¡Claro que la acogimos!, yo entonces estaba pasando por una etapa difícil, no era capaz de quedar embarazada y la ansiedad vino a engordarme para sentirme fea. Toña suponía mi salvación, necesitaba de alguna forma descargar el infortunio que padecía a otra mujer, y a quién mejor que la propia hermana.

     Mi relación marital revestía congoja y silencios cargados de reproches, el candor con el que me enamoré perdía credibilidad. Nos faltó redescubrir el amor que aún nos sostenía. Con cada notificación que el cuerpo señalaba volver a empezar, todo parecía contrariado y falto de solución, volviéndome irritable y desconfiada. Me dejé cuidar y consolar por mi hermana, también mi esposo se acogió en sus desvelos.

     Toña pronto se identificó con el papel de pacificadora y diversas ocupaciones en su nuevo hogar, se sentía imprescindible, la única que con su acertado manejo ponía orden y calmaba mi desazón por no poder concebir. Quiero decir que Toña se esmeró en afectos que para mi esposo, en contraste con mi desairado abandono, sucumbió con pocos ruegos al fogoso amor que Toña, creyéndose enamorada, abrió las sábanas de su cama para yacer juntos. Yo me enteré cuando Toña se quedó preñada. La rabia que sentí encaneció los cabellos que desprendidos, se enredaban con los de mi hermana entre los pliegues de nuestros dedos. Tiros de ofensas y recriminaciones borraron todo lazo familiar para las dos. Sentí que la tierra tragaba viva y no alcanzaba asidero con el que poder incorporarme y salir a respirar de nuevo.

     Veníamos de otras relaciones fallidas en anteriores vidas, y continuábamos sin comprender ni solucionar las diferencias que volvían a unirnos.  
∞∞∞∞∞

     Marché con el despecho a vivir con mi hermano Santiago y su nueva familia a la casa que por ser de los padres, consideraba mía. La sobrina fue el gran alivio que en esos momentos apuraba mi salud psíquica, en ella volqué la atención y disfracé el dolor de madre. Santiago y su esposa eran buenas personas, sinceramente apenados por la situación, dejaron que me adjudicase un papel de madre de la niña, supervisando sin mucho enojo lo contrariado de algunas decisiones.

     Tenía que sentirme valorada para que mi autoestima tomara forma olvidando el gran desengaño y pena. Sin querer tomé el control de la vivienda amparada por la lástima que daba. Me convertí en reflejo de Toña sin apenas enterarme.

     Santiago en las discusiones sobre el adulterio, siendo hombre lo veía distinto y se abstenía de juzgar, las dos éramos sus hermanas y quería por igual. Sus palabras llevaban amago de provocar culpa en mi esposo, diciendo que fue él quien sedujo a Toña con la intención de tener un hijo puesto que yo no se lo podía dar. Recalcaba además, que el descuido físico engordando desmesuradamente, repercutió en que no me deseara, y ya sabes, Adela, el hombre es débil en carne, aunque tu esposo pudo haber tenido coraje. 

      El que Santiago no defendiera avivaba el mal carácter castigando con ello a la familia y dando más pena de la que por sí daba. Sus sentimientos  estaban revestidos de compasión y miedo por si tenía la ocurrencia de organizar alguna locura. Y de tal estilo de vida fuimos forjando carácter y costumbres. 

     Lo que fuera verdad o no, derivó en una creencia y asalto a las emociones más primitivas, ligando a los tres hermanos por el Karma de nuestras memorias a una nueva encarnación que actualmente vivimos, y en alguna forma compartimos experiencias.


     Te explico y sin el denso cuerpo que me cubre lo veo diáfano y con sentido mi retorno, pero cuando entro en él despertando, nada queda de la verdad que sé, ni siquiera llego a comprender, en la conciencia de mi Ser, qué fue lo que me propuse desempeñar al elegir de nuevo convivir con los que fueran hermanos y ahora, con distinta versión de sus talentos. 

Continuará con la vida actual de Adela. Clica Aquí para leerla

Hoja del diario; “Un Viajero en el Tiempo”



Gracias.
Mila Gomez.