lunes, 31 de octubre de 2016

Víctima




El mundo, se volvió chillón y demasiado irritable a sus oídos. No quería escuchar consejos bien intencionados que no pedía ni importaban y que, se veía en la obligación de agradecer, desde que murió su esposa.  Registradas  se quedaron las últimas palabras que ella le dedicó en sus últimos momentos de vida, en su memoria. Mario, a partir de entonces creyó no necesitar escuchar nada más que su silencio, en el que ella continuaba comunicándose con él.  Poco a poco, desde un nivel de su conciencia ajeno a su consciencia, se fue encerrando en un mutismo consiguiendo anular el sentido de la audición. La medicina no supo devolverle el sonido de las palabras y Mario, quedó anclado en su mística quietud.   

Pablo era adolescente cuando su madre partió, penó su duelo sin entender la incomodidad de su padre ante las palabras y los consuelos. Al hacerse adulto, enamorarse, le acrecentó un sentimiento de impotencia debido a la inexpresividad del progenitor, que sumado a un descuidado aspecto y huraño carácter, seguía en una sordera injustificada y un pasotismo por comprender, ni siquiera cuando se dirigía a él con altisonantes tonos de voz, a menudo insultantes.

Pablo tenía planes de boda, planes que desechó por sentirse responsable del cuidado de su padre y, creyendo que Elena, su novia, no iba a sentirse cómoda en aquel ambiente carente de voces saludables y de bienestar. Pablo empezó a gritarle por todo a su padre, proyectando en él su culpa por la decisión que finalmente, se proponía ejecutar. Los gritos e insultos en lugar de unirlos los separaban, y Mario empezó a responder con más silencio y desánimo.  Los corazones se alejaban el uno del otro y ni el bello recuerdo de la mujer y madre fueron suficientes para volverlos a unir. Pablo en un estado de victimismo e incapaz de transformar la situación, con mucho pesar, dio por finalizada su relación con Elena y obligado por la culpa que recaía en su padre, se propuso seguir gritándole.  

Elena de talante comprensivo aceptó la decisión de Pablo sin conformarse del todo, dejó que pasara un tiempo creyendo que Pablo recapacitaría, ella siempre opinó que su padre era persona sensible y que con otros argumentos padre e hijo podrían llegar a comunicarse de nuevo, a ella siempre le cayó bien Mario, quizás fuera porque nunca se metía en nada y todo le daba igual, vivía y dejaba vivir, estaba segura que los tres podían convivir en paz, el amor que sentía ella por su hijo y viceversa debería poder calmar las aguas en las que nadaban los tres.

Y siendo amor verdadero Elena buscó y encontró solución. Conversó, y convenció a Pablo de retomar la relación, ella estaría encantada de contribuir en la mejora y ambiente de la casa a la que se fue a vivir como señora de la misma.  
***
Tanto Pablo como  Elena no volvieron a dirigirse al ser físico que representaba Mario, sabiendo que éste tenía espíritu que nunca dejó de escuchar, se dirigían a su nobleza, con tanto cariño y confianza de que percibía la buena intención y escuchaba el nuevo tono de voz, que pronto el ser que habitaba el cuerpo de Mario  y que nunca dejó de oír, empezó a transmitir otra información a los oídos de Mario. 

Pronto volvió a escuchar la conocida y amada voz de su hijo, la de Elena, la inocente de su nieta que le traía un bello matiz de recuerdo. 

Los corazones de padre e hijo volvieron a unirse a través del Genuino Ser que siempre está presente en ambos, que no entiende de gritos, culpas, victimismo o proyecciones, nada más entiende de amor. 

Gracias. 
Mila Gomez. 


miércoles, 19 de octubre de 2016

La Simpatía de Paquita


Un día le comenté, cansada de sus quejas repetitivas y su visión fatalista, su negatividad ante cualquier situación de la vida, cotidiana y social.

— Paquita, ¿sabes que se dice y hay quién cree, que la vida no es más que un sueño? ¿Qué todo es una ilusión de la mente? ¿Qué nada es real y que cada quien, proyecta su propia película en un escenario llamado vida, y, que cada uno es el director y protagonista de la que vive? Vamos, que estamos soñando todo el tiempo, y al resto de actores los colocamos a conveniencia. ¡Son nuestros colaboradores!

No se rió, Paquita por negativa tiene hasta la falta de humor, ni siquiera un pequeño toque. (J)

 — ¿Qué tonterías dices?, como si el dolor de cabeza que tengo no fuera real, ni tampoco lo fuera el dolor de riñones que me mantiene postrada en cama, y este calor sofocante que no aguanto.(..) Anda, ve a abrir las ventanas, que al menos entre un poco de freso.

Las abrí, y al cabo de diez minutos más o menos, la graciosa de Paquita soltó.

— ¡Por Dios!, que corriente hace, aquí no se puede estar, voy a coger una pulmonía.

Propuse, (habiéndome reído un poco sin que lo notase)

— ¿Quieres que cierre alguna, o todas? 

Creo que antes de contestar pensó, haz lo que quieras, total, me voy a quejar igual.
……

Así es Paquita, no la he escuchado decir nada bonito desde que la conozco a excepción de algún pormenor con recato. La comida está mala y se la come sin ganas, el agua que bebe o bien está fría o caliente, si no hace calor es porque hace frío, no se renueva el vestuario porque dice que no le sienta bien la ropa, a pesar de no habérsela probado. En fin, que Paquita es tan apática que ve oscuridad cuando la casa en la que sueña tiene las luces encendidas. La he empezado a llamar simpática, a ver si le configuro poco a poco el carácter y suelta alguna que otra carcajada.

Paquita está soltera, ¿cómo no? solo con la mirada negada ya espantó a dos pretendientes que se le acercaron, hace tiempo, mucho antes de que cumpliera sus actuales sesenta años.

La adopté para visitarla hace dieciocho meses, de repente me entero de que tengo una prima tan peculiar, para ser sincera diré que cuando lo decidí fue pensando en propio beneficio. Le adjudiqué el papel de maestra. 

Confieso que con cada visita salgo con al menos media lección aprendida, y más contenta del trato en la que las dos salimos victoriosas. Yo descubro más motivos para sentir alegría por la vida, y ella queda razonando si tuve aciertos. ¡Ya es algo!

Aún tiene tiempo, estoy segura, de que sueñe diferente la vida, más alegre, optimista, activa y amorosa, en definitiva, más feliz. Que no hay nada que temer, todo está bien. Hay que tener a la vida de compañera en lugar de atacarla y luego lamentarse por su contraataque. Cambiar el rumbo sin miedo, poner pimienta a la comida y reírse con lágrimas. 

En otro encuentro le pregunté.

— Paquita, ¿Por qué tu sueño lo convertiste en pesadilla? 

No contestó, arrugó el ceño y me miró como si fuera una aparición.  

Continué;  

— Estamos de visita por el planeta, si es verdad que estamos soñando y todo es una ilusión, y que además, estamos viviendo en una sofisticada holografía con un diseño específico, y, teniendo en cuenta que cuesta lo mismo soñar con un bombón que con una bombonera llena, ¿por qué soñar a lo pequeño y al drama? ¿Por lo bajo y no lo alto? ¿Por qué no soñar a lo grande y al bienestar? La imaginación es todo un reto de posibilidades. Tú decides cómo y de qué manera quieres vivir experimentando tu obra. Si te vino al sueño una casa que no te gusta, prueba a soñar con una de tu agrado, ¿quién sabe? Es posible que algún día te veas deambulando por ella junto a un montón de actores generosos.  



Paquita sonrió, encontré muy enigmática y positiva su reacción.      







Mila Gomez.   


jueves, 13 de octubre de 2016

Un Hombre Inolvidable




En una ocasión un espíritu ocupó las carnes de un hombre, ser diferente y muy igual al resto, podría tratarse de alguien venido de alguna estrella por el conocimiento que en aquella época, promulgaba. No fue comprendido, pero si dio a entender su característica de templanza, entre otras nobles virtudes que se le atribuyeron, las cuales, permanecieron impresas e imborrables para el pueblo.

Un día de su adolescencia, quizás fuera por lo extraordinario de su equipaje en humildad y carisma, le preguntaron, ¿Quién eres? Ese día y los restantes con idéntica pregunta, él respondía lo mismo. Soy hijo de Dios.

La respuesta llegó a oídos de los dioses de entonces, ellos diferentes pero iguales en arrogancia. Una falta grave escuchar semejante desatino en persona del vulgo que aunque pacífico, prometía vida eterna y poder absoluto, amor e igualdad, paz y un montón de habilidades nunca escuchadas, acompañadas todas por parábolas que nadie entendía con claridad y demostraciones mágicas.

Los dioses eran ellos y ningún hijo que no fuera digno de ellos, podía decir ser hijo solo de uno que no conocían. No tenía sentido y sí atrevimiento.

Las gentes, subyugadas al yugo de la ignorancia y temerosas de lo desconocido, creyeron a los ídolos y dejaron que éstos, continuaran pensando por ellos, acatando voluntades que les perjudicaban y mantenían prisioneros en la ilusión de no ser nadie importante.

Al verse la fuerza fortalecida, los dioses consideraron apropiado tomar medidas para que ninguno de los súbditos se atreviera, en un futuro, recurrir a la misma insubordinación de decir, Soy hijo de Dios.

Vieron crecer en ellos un estímulo para erradicar la desobediencia y someter más al pueblo con el miedo. Decidieron catalogar la osadía como una gran blasfemia, y como tal, merecía el peor de los castigos. Uno que para el resto de los días nadie dejase de culparse a sí misma si cometía una falta, por leve que la falta fuera. Ser hijo de Dios sin la autorización debida, debería ser una prohibición en toda regla. Se encargarían de que la blasfemia fuese recordada por los siglos y olvidada con ello, la salvación por la inocencia.


***
Una vez castigado con todas las leyes físicas el que tanto prometía, la muchedumbre, pavorosa, fue olvidando la respuesta a, ¿Quién eres? Y para quienes la recordaban fue volviéndose borrosa e incluso ridiculizada la afirmación. Había una distorsión muy grande en su significado, y el legado de aquel hombre aparecía confuso. El temor a conocer la verdad, ¡inmenso! tan pesado como llevar a hombros una cruz.  

El reinado creyó abatir sobre sus obras la maldición de un Dios despiadado. 

El absoluto poder, declarado por el que dijera ser hijo de Dios, se hizo a un lado para que la fuerza se perdiera en ella misma, hasta que, agotada por la desesperanza de no ganar nunca una batalla, por estar siempre atacando, la fuerza se reconociera falsa y afirmada con la verdad, en la que el poder vencería.

Para eso faltaba que el tiempo disipara la oscuridad, la maldición desapareciera en la nada de donde vino y la luz emergiese en su lugar.  Entre tanto, el hombre de la templanza tornaría adoptando muchas y diversas formas clamando por su inocencia y por la libertad de quienes lo condenaron sin saber.

Llegado el momento de conocer la verdad, Él, desde las estrellas, vivo aún en la eternidad, enviaría canales de luz con su respuesta como la respuesta de todos quienes para sí, se hicieran la misma pregunta. Alcanzando a la muchedumbre pavorosa de la época, que ahora, con diferente comprensión, lograba entender, y extender, las palabras que pronunciara Aquel Hombre Inolvidable.
Soy hijo de Dios.


"Solo por el amor será salvo el hombre." 
"Jesucristo" 
Mila Gomez.  


Nota;
Hace algo más de un año, mi esposo me propuso hacer un relato sobre la vida de Jesucristo, Me quedé  (¿?) Y olvidé el tema por completo. El otro día mi mente sin previo recuerdo me transmitió la inspiración que acaban de leer. Una idea sobre la vida del Hombre del que hemos oído hablar todos. El relato se lo dedico muy especialmente y con amor a Carlos, mi esposo y compañero en esta vida y quién sabe de cuántas más. Gracias, Carlos.


lunes, 3 de octubre de 2016

En el Aire



Los pensamientos, las palabras, acciones y cualquier sentida emoción, queda registrado en la atmósfera. El espacio está lleno de todo con lo que vibramos, la energía que enviamos y recibimos, lo que transmitimos de continuo ya sea de forma deliberada o inconsciente. Energía en movimiento somos y por tal es lo que hay.

El aire que respiramos contiene cada impronta de lo que hacemos, decimos o callamos, si supiéramos, por haberlo aprendido, ver la energía en forma densa el aura la podríamos interpretar, el color de luz proyectado indicaría nuestro obrar, lo unidos que estamos al ser todos los que respiramos el mismo aire, lo influenciables y condicionados que llegamos a ser los unos de los otros. Competimos de manera irreflexiva por llevarnos la mejor parte del aire, lo notamos, aunque no sepamos de dónde viene el “buen aire”.  Contribuimos integrando en el ambiente nuestro malestar o bienestar. 

En la mente se encuentra el mayor depósito de energía en forma de pensamientos, una poderosa fuerza que se transforma en hechos y enviamos al cosmos para que éste, con su lógica universal del orden los distribuya. Lógica que no es la nuestra, pero si la que incluye al Todo en el que somos.

Un hecho:  

Manuel ha discutido con su esposa y ha salido él perdiendo, se ha cargado de una emoción de rabia que antes no tenía y la descarga en la primera persona con la que se encuentra. Más tarde, es posible que a causa de esa rabia mal dirigida, un animal de la calle reciba una patada o desprecio, que incida a que una planta sea cortada de su raíz sin una buena intención y de ella ya no crezca alimento, o un niño le propine una bofetada a otro sin venir a cuento. La mala energía sigue en el aire y todos la estamos respirando en pequeñas dosis, o alguien que ya tenía encima una sobredosis, sea capaz, con facilidad, de matar por ella. Y Manuel nada sabe de haber "contaminado el aire".

También es posible, que Manuel no le dé importancia al hecho de haber salido perjudicado en la discusión con su esposa, y tome el hecho con divertimento. Su energía es benévola y saludará con cortesía a quién se encuentre por la calle, ese día el ambiente está sereno, se percibe bienestar. El aire ya no es viciado a causa de una pérdida enjuiciada y el Universo hace distintas reparticiones. Todos salimos ganando aunque él siga sin saber "que se respira aire puro" gracias a su correcta elección.

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El Universo conserva las vibraciones que produjeron los sentimientos, las emociones, el dolor o la alegría, el miedo o el amor que experimentamos. Cada fibra sensorial que se nos pasa por alto está siendo registrada en la "memoria celular colectiva", por mucho que hayamos negado u olvidado. Son los recuerdos que no recordamos o no queremos recordar y que a pesar de todo continúan siendo activos. Es bueno contribuir a que dicha memoria sea sanadora y retribuida de tal forma, que todos seamos beneficiarios de su “buen aire”.

Vigilemos desde nuestros pensamientos a cómo damos forma a las palabras, a su tono, al sentimiento que tenemos por algo y al comportamiento que le sigue, a las acciones que realizamos cada día, a todo un seguimiento de lo que somos y por lo que se nos conoce. Todo queda en un recuerdo inolvidable. 

Actuemos con mejor y mayor consciencia ya sea en el trato hacia uno mismo. 

Estemos despiertos, en lugar de ir saltando de una ensoñación a otra. 

Mila Gomez.



Nota;
La mayor parte de la reflexión que han leído, fue, hace algún tiempo, un comentario que le hice a mi buena amiga +Julia C. en una de mis publicaciones anteriores. Tuvo la santa paciencia de leerlo entero y, me aconsejó que hiciese un post con el mismo. Me alegro de haber seguido su consejo. 
Gracias, querida Julia.