–Profesor, escuché muchas veces “conócete a ti mismo”.
¿Cómo puede alguien conocerse en su totalidad?
–¿Acaso no te conoces?
–No lo sé, creo que me faltan detalles. A veces creo
conocerme en una opinión ajena, cuando alguien dice algo que lo hubiera dicho
yo en una ocasión similar. Hay también, esos actos que veo ejecutar en muchos
conciudadanos y allegados en los que mi actitud hubiera sido actuar de la misma
manera. Pero no sé qué pensar. –Pronuncié estas últimas palabras con un deje de
abatimiento. Algo achicado por mi falta de tesitura.
–No resulta fácil conocerse como a uno le gustaría, si
bien siempre, te puedes proponer conseguirlo a través de los demás.
–¿A través de los demás? –. Repetí sus palabras algo
confuso. – ¿Acaso todos somos distintos e iguales a la vez? –. Induje al profesor
a una repuesta concisa.
–Mira Sebastián, la gente por no saber decir algo mejor,
comenta unas veces que todos somos iguales, y otras, nadie es igual a nadie, ¿tú entiendes esto? ¡Claro que no!, porque
hay confusión. Unos han sabido ver que todos hemos salido del mismo molde, y la
otra parte, aún se cree mejor que nadie. Y a la postre, todos nos sentimos especiales.
–Yaa, bueno..., ¿y cómo puedo saber que yo soy de especial
igual al resto? Esa sería la única manera de conocerme a mí mismo en la
especialidad –. Dije casi sin saber lo que decía.
–Conocerse en la especialidad sería como verse reflejado
en cada uno de los demás. Hay especialistas en miedos y los hay en amor. Mira,
todo aquél, que te haga sentir algo, para ti tiene un nombre, rabia, celos,
alegría, vergüenza…, ahí te está demostrando que te conoces, pues de otro modo
no hubieras sacado dichas conclusiones.
–Creo que lo entiendo profesor, nadie tiene o deja de
tener nada que no pueda tener cualquiera.
–Exactamente. ¿Conoces la teoría del espejo, aquella que
dice que puedes verte en el reflejo del otro? Seguro que sí. [Contestó por
mí, y pregunté].
–¿Qué de verdad hay en eso?
–Al igual que ocurre cuando te miras en el espejo, al
estar tú con alguien, el que tienes enfrente siempre te está diciendo como
eres, en algún momento del encuentro vas a tener una opinión de su proceder,
para tus adentros o expresados, bien sea “es envidioso”. Al emitir un juicio
estás admitiendo saber algo, que por fuerza has de poseer. ¿De qué otro modo
podrías conocer la envidia si no la hubieras experimentado en ti? Los juicios
son emitidos por el ego para hacerte creer que te libras de lo que juzgas.
–Pero hay personas que en verdad son envidiosas, ariscas
y dañinas. ¿Quiere esto decir que yo también lo soy?
–¡Claro que no! ¡Pero las has reconocido! Y en tal caso
habrá alguien, que así te considere en algún momento de la vida. Es muy fácil,
si tú, nunca llegas a sentir algo así como, la envidia, nadie podría
considerarte envidioso, puesto que en ti no existiría. ¿Cómo va a existir para
ti, algo que no sientes? ¿Qué ni siquiera tuviste el gusto de conocer?
(…) Tras una pausa prosiguió.
–Al igual que el espejo te devuelve tu reflejo, otro
hombre te devuelve lo que le reflejas, que justo es, lo que juzgas en ese
hombre. Positivo, negativo.
–¿Qué puedo hacer, en el mejor de los casos, para
conocerme bien?
–Para empezar te diré, que cuando llegues a conocerte a
través de lo que te transmiten los demás habrás dejado de conocerte a ti mismo, al haber traspasado
el umbral de la verdad y llegado a la *unicidad. Entretanto y practicando, usa
los dotes de la mente para imponer[le] presente. Esos pensamientos y voces de
juicios con los que calificas a los demás, son sin duda una característica que
se encuentra en tu naturaleza humana, bien sea que lo encuentres inteligente, es lo que te verás en su reflejo por estar él,
mostrándote.
–A ver si lo entendí, profesor, si estando con un amigo,
o enemigo, según se mire, y yo lo he considerado, juzgado, de … vanidoso, ¿la vanidad la tengo viviendo en mí?, ¿incluso si no la veo mi especialidad?
–Sebastián, en mayor o menor medida, puedes conocer la vanidad tanto si la
utilizas como si solo la apruebas. Tienes dentro de ti cantidad suficiente
de ingredientes especiales para poder verlos en los demás y que ellos te
hagan de reflejo. ¿Verdad que si te pregunto por una fruta específica que nunca
comiste ni viste responderás no conocerla?, pero, si dicha fruta un día te la
mostraron en una foto, y quedó grabada en ti su hermosura, el no de tu
respuesta estaría recubierto de grato recuerdo, suficiente para reconocerla.
Con la vanidad pasaría similar, en proporción a tu recuerdo habitaría en ti, si
es muy lejana, te rozaría muy poco. Y al reconocerla sabrás, que has de ser
mejor en humildad.
–¿Y alguna sugerencia, profesor? Para darme cuenta
de las virtudes y sus contrarios, y sepa éstos poner a favor.
–Si te reúnes con otro que en el trato te demuestra,
porque así lo ves, una descortesía, estuviste atento para percatarte del estado
que experimentas al observarte, ten por seguro que la virtud que necesitas
desarrollar en ti es la cortesía. El juicio que le colocaste al otro es un
reflejo de tu carencia. De tal estilo, si percibes lo cortés, será que la
cortesía ya la tienes registrada en ti.
–¿Y él? ¿Que se supone que aprende?
–Todo se puede aprender en el momento en que se decida, para algo la vida es la mejor escuela y proporciona el tiempo necesario
para ello. Por el otro no te has de preocupar, cuando en ti resida la cortesía,
te será más fácil verla en él. Y sin proponerlo, los dos habréis adquirido
la especialidad de ser cortés.
Gracias por la lectura y comentar.
©Mila Gomez.
Nota:
La palabra *Unicidad, según el diccionario de la Real Academia Española, significa; "cualidad de único".
Querida Mila, como siempre nos dejas un texto lleno de sabiduría con el que nos invitas a la reflexión. ¿Nos conocemos realmente? esa es una muy buena pregunta y hacer una afirmación categórica pienso que es muy arriesgado. A pesar de que a medida que vamos haciendo camino en esta vida y vamos aprendiendo y descubriéndonos, conociéndonos mejor no dejamos de sorprendernos con alguna nueva capacidad, reacciones ante emociones o sentimientos tanto negativos como positivos. A veces nos catalogamos a nosotros mismos con una serie de "yo, es que soy así y de tal cosa soy incapaz" "Yo, no soy.." y resulta que esos conceptos los tenemos que ir modificando porque nos desconocíamos en esos aspectos a nosotros mismos. Por otro lado, es muy cierto lo que expones en el texto, el efecto espejo hace que veamos en los demás aquellas virtudes o defectos que ya poseemos y si los detectamos, como mínimo nos permiten reflexionar sobre lo que nos molesta de los demás para intentar modificar los nuestros. Posiblemente me equivoque pero creo que mientras sigamos viviendo, experimentando, seguiremos descubriéndonos.
ResponderEliminarMe ha encantado leerte, te echaba de menos, guapísima. Un texto de un gran contenido reflexivo que has sabido con tu habilidad tan característica elaborar para hacer que nos detengamos a pensar sobre ello.
Un abrazo inmenso con todo mi cariño y un cargamento repleto de besos, alma bella.
Querida Marina, nuevamente desglosas, en esta ocasión una reflexión a la que doté de relato, con increíble sapiencia. Siempre podemos conocernos a través de los juicios con los que catalogamos a veces, a los demás. Pienso que si veo en alguien "algo" ese algo en mayor o menos medida habita en mí, y precisamente, si lo catalogamos como "malo" será que tenemos que perfeccionar su opuesto. Sería grato ver el lado positivo de todo pues lo hay.
EliminarEs verdad, Marina, nunca dejaremos de aprender, estamos en la vida para ser mejores personas y reconocer en uno el Ser que nos habita, lo que sería lo mismo decir; ir dejando el ego de lado, poco a poco...
Muchas gracias por dejar aquí tu valiosa impronta.
Un fuerte abrazo, preciosa de corazón.
Fantástica reflexión nos planteas en esta interesante entrada, que si la memoria no me falla, la compartiste en nuestro añorado Google +, donde debí comentar algo en tu perfil y fuera del blog... Lo cierto es que se trata de una gran reflexión acerca de cómo aprender a conocernos mejor, del autoconocimiento que nos proporcionan los demás cuando descubrimos, como en un espejo, aquellas cualidades reflejadas en ellos o que nos identifican con lo que somos realmente. También nos sirve para ser conscientes de nuestra originalidad, que nos distingue de los otros o de la perfección divina que nos hace ser únicos.
ResponderEliminarYa ves, querida amiga Mila, que aunque no actualices el blog, siempre tienes algo importante que compartirnos.
Un abrazo enorme. :)
Hola querida Estrella, la memoria no te falla, ya comentaste dentro del blog y fuera esta reflexión hecha relato. Lástima que G+ dejara todas las entradas sin vuestro valioso aporte, cariño, sentimientos, aprendizaje mutuo... Quedó en el pasado y ahora, que las musas parecen seguir de vacaciones, voy compartiendo en facebook para quienes no la leyeron y les apetezca hacerlo.
EliminarLos demás son nuestro reflejo y ojalá, sepamos ver la distorsión que a veces nos muestra otras caras, pues en verdad, que siempre podemos aprender tanto de lo considerado "malo" como "bueno" tenemos la vida para aprovecharla y vivir lo más felices posible, pues venimos a ella para serlo.
Muchas gracias por volver a leerla y dejar tu presencia aquí así como tu valiosa huella. Tus palabras hacía el texto, me reconfortan.
¡Un abrazo enorme!