DOLÇA |
Solo podía ser su pequeña, la que dejase rastros por el
suelo y él se despertaba para sentirla mejor. Fugaces instantes del silencio nocturno con sus pisadas.
Durante días, el aire se respiraba a felina, justo ahí, donde sabía que la respiraría.
La dulce
presencia tenía que encontrar la manera de ser sentida. Quería que supiera que
seguía en su otra vida y presente también en la que fuera su vida, junto a él.
Unas noches venía aún más en
silencio, por lo que solo se la podía presentir en un arrebato de luz dorada.
Una figura chiquita con forma conocida que se enroscaba junto al corazón del
hombre, con una calidez exquisita y un amoroso ronroneo de connotación
celestial.
En ocasiones hablaban con idioma universal le decía y él entendía, que era ella Ser evolucionado y
no volvería con el mismo propósito de felina, sino, con uno de especie humana.
Su marcha le había dejado triste y sabía que la extrañaba, tanto, que venía en Ser brillante a visitarle. Estaba bien, y él debía estarlo porque le amaba y se brindaba en ayuda.
***
Así fue, caminando un
día por la calle los pasos del hombre siguen a un curioso cascabeleo. Esos ademanes
de felina femenina que tanta gracia le hacía cuando la tenía en su vida. ¡Creía
que era ella!, tenía que serlo se decía y adónde le llevaría tan grácil figura,
cruzando calles y caminos y él solo la veía a ella tan dulce y linda como
siempre sería.
Le condujo a un lugar
apartado bajo el asfalto de un inmueble, protegido del viento y los charcos de
las últimas lluvias. Quería coger y abrazar a la pequeña querida a la que
seguía sus pasos, ella escapaba del abrazo y difuminaba por entre las
grietas del cemento.
Cuando llegó, su dulce
felina le muestra algo que silencia sobre papeles. Se acercó y distinguió un cuerpecito en ovillo yaciendo en una cama de papel amarillo, que bostezó al ser
acariciado y estremeció del calor humano.
Vio como su amada pequeña le
miraba con esa pureza de quién no conoce malicia. Estaba en cuclillas con
una hermana de su felina en las manos. La Dolça dulce se acerca para que
le haga mimos y ella le ronronee.
Una ayuda recogida que ella se lo agradecía.
Una ayuda recogida que ella se lo agradecía.
Él comprendió que la
esencia felina, por siempre la respiraría, aún después de haber tornado ésta a su otra vida. Sus Almas siempre seguirían unidas.
Mila Gomez.
Por la Gracia de DOLÇA
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