Se
siente aliviada, el día acabó y dejará que la noche se lleve su sufrimiento, el
dolor que siente por todo el cuerpo y lo que nunca acaba de comprender. El
sueño la reparará, quizás mañana pueda poner los pies en el suelo sin sentir
vértigo, sin verse ojeras por su inquieto descanso nocturno, ¿por qué no? Piensa que podría despertar y sentir salud, o no traer consigo un nuevo malestar, o encontrárselo después.
Pero tiene miedo, a que el siguiente amanecer no sea diferente de los anteriores.
Pero tiene miedo, a que el siguiente amanecer no sea diferente de los anteriores.
De
naturaleza tan enfermiza que conoce un puñado de males, vienen y marchan y alguno se queda con ella. Persona de la que erróneamente se calificaría "débil de
espíritu", con poca energía vital. Nada sabe de la existencia de esa clase de
energía y teniendo suficiente para vivir con dignidad, e incluso con plenitud,
desconociendo, es persona de las que dan todo de ella misma sin tomar nada a
cambio, hasta de lo que parece escasear, como la propia energía. También
desconoce abiertamente la manera de coger para sí las vitaminas de la vida, la
energía que constantemente le brinda el Universo, a través del sol, la
naturaleza o sus pensamientos amorosos y positivos. El mero hecho, en caso de
saberlo, de que otra persona le resta vitalidad, no lo creería ¡a ella!, que
cree no valer para nada y se consuela con tan poco, suficiente para seguir en
su andar diario.
El esposo
tampoco conoce la existencia de la energía vital, sin embargo él, la que le
refuerza y da coraje es la que le proporcionan los demás. Inconscientemente, absorbe la de ella
cuando dormidos, sus cuerpos de luz se encuentran en la penumbra de la
habitación y él posee la de su esposa. Cuando durante el día, piensa en ella
con lástima, la imagina enclenque e incapaz de realizar las tareas de la casa y
él, complaciente, las realiza para que ella descanse agotada. Cuando sus
pensamientos de víctima vuelan al lado de otra mujer más vigorosa. Cuando la
mira de reojo y la ve como un despojo, pobrecita, ¡lo que sufre! La anima a
arreglarse pensando que nada va a poder cambiar su imagen, o cuando
piadosamente le insinúa otra indumentaria. Cuando la saca a pasear para que se
sienta animada y ella siente dependencia, la compara con otras y ve en su
esposa a una desafortunada compañera. Cuando le habla como si fuera infantil
que no verá cumplir sus metas de adulta. Cuando la insulta benévolamente para
sus adentros o le critica con poca gracia y ella siente tristeza. Le dice que
por ser buena es tonta y ella se come la tontería con la comida. Cuando le
pregunta con resignación que dolor le hace más daño y la consuela diciendo que
ninguna medicina le hará volver sana, dado su debilitado estado, todo son
contraindicaciones y se volvería más enferma.
Cuando
queriéndola, no sabe amarla y la está perdiendo….
Entretanto
se va debilitando mientras él se va avivando de una energía, de la que algún
día tendrá que saldar cuentas sin saber por qué.
***
La
salud física, la paz mental, también se gana o pierde por las transmisiones
mentales, el intercambio de la energía o la intención. Nada queda sin dirección
ni sellar, siempre hay algún remitente que las recibe y acoge a cualquier
distancia.
Gracias.
Mila Gomez.
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