Del
color de la plata con reflejos azules era la dimensión en la que me encontraba
y en la que vi aparecer a Rosa dejando
tras sí una neblina dorada.
Amiga que me contó el dilema por la que su mente litigaba por el día. Tenía una
pariente por la que sentía predilección, preocupándola el estado de soledad y
vejez en la que esta creía encontrarse. Rosa, intuía, que en algunas de sus salidas
extra corporales a medio despertar entre los dos mundos, le había preguntado
cuál era su prioridad aquí en la Tierra y si ella, podía ayudarle en algo.
Preguntas
y respuestas fueron expresadas y entendidas, las implicadas sabían los pasos
que deberían de dar para hacerse de soporte y quedar las dos conformes en el
plano físico. Rosa al actuar con su mente analítica en
nuestro mundo de ilusiones, olvidaba la visita nocturna con todo lo que motivó
el que con su otro cuerpo de luz se reuniese con su familiar. Se impacientaba y
tenía dudas, el tiempo pasaba rápido y se permitió solicitar mi ayuda, también
olvidada al haber sido realizada en donde el cuerpo no tiene cabida y la mente
es reacia a recordar. El mundo de los sueños y las fantasías.
Fui
con mi cuerpo de luz a ver al Ser que le
causaba tanta preocupación.
En una realidad onírica la parte de un Karma que me mostró con escenas familiares fue el siguiente;
En la vida anterior a la que tengo,
era la mayor de tres hermanos, mi nombre era Adela, y el de mis hermanos por
orden de edad, Santiago y Toña. Me casé enamorada y fui a vivir con mi esposo
al común hogar. Al morir mis padres, aún seguían solteros mis dos hermanos, y
solos se quedaron viviendo en la casa de la familia. Toña se concedió el papel
de ama de casa, y Santiago no tuvo más, que continuar con el que tenía. Para
Toña el cambio supuso un descubrimiento alentador, aprendió a organizar un
hogar y tomar decisiones que mejor le conviniese.
Continuará con la vida actual de Adela. Clica Aquí para leerla
Hoja del diario; “Un Viajero en el Tiempo”
Al cabo de
dos años Santiago se casó, trayendo a vivir con ellos a su esposa. Toña estuvo
encantada al principio hasta descubrir que al tener que compartir decisiones y
cuidados de Santiago con su cuñada, iba perdiendo tranquilidad y la gestión
matriarcal a la que se había acostumbrado y tanto le gustara, eso la
mortificaba. No le pintaba fino ni cómodo el futuro con otra mujer cerca
privándola de autoridad.
Al nacer la
hija del matrimonio, a Toña le cayó encima más trabajo y menos decisiones. No
le gustó nada haber sido relevada de su condición de ama de casa, tenía
tristeza y mal humor. Decidió en uno de sus arrebatos venir a vivir conmigo y
mi esposo.
¡Claro que la
acogimos!, yo entonces estaba pasando por una etapa difícil, no era capaz de
quedar embarazada y la ansiedad vino a engordarme para sentirme fea. Toña
suponía mi salvación, necesitaba de alguna forma descargar el infortunio que
padecía a otra mujer, y a quién mejor que la propia hermana.
Mi relación
marital revestía congoja y silencios cargados de reproches, el candor con el
que me enamoré perdía credibilidad. Nos faltó redescubrir el amor que aún nos
sostenía. Con cada notificación que el cuerpo señalaba volver a empezar, todo
parecía contrariado y falto de solución, volviéndome irritable y desconfiada. Me
dejé cuidar y consolar por mi hermana, también mi esposo se acogió en sus
desvelos.
Toña pronto se
identificó con el papel de pacificadora y diversas ocupaciones en su nuevo
hogar, se sentía imprescindible, la única que con su acertado manejo ponía
orden y calmaba mi desazón por no poder concebir. Quiero decir que Toña se
esmeró en afectos que para mi esposo, en contraste con mi desairado abandono,
sucumbió con pocos ruegos al fogoso amor que Toña, creyéndose enamorada, abrió
las sábanas de su cama para yacer juntos. Yo me enteré cuando Toña se quedó preñada.
La rabia que sentí encaneció los cabellos que desprendidos, se enredaban con
los de mi hermana entre los pliegues de nuestros dedos. Tiros de ofensas y
recriminaciones borraron todo lazo familiar para las dos. Sentí que la tierra
tragaba viva y no alcanzaba asidero con el que poder incorporarme y salir a
respirar de nuevo.
Veníamos de
otras relaciones fallidas en anteriores vidas, y continuábamos sin comprender
ni solucionar las diferencias que volvían a unirnos.
∞∞∞∞∞
Marché con el despecho a vivir con mi hermano Santiago y su nueva familia a la casa que por
ser de los padres, consideraba mía. La sobrina fue el gran alivio que en esos
momentos apuraba mi salud psíquica, en ella volqué la atención y disfracé el
dolor de madre. Santiago y su esposa eran buenas personas, sinceramente
apenados por la situación, dejaron que me adjudicase un papel de madre de la
niña, supervisando sin mucho enojo lo contrariado de algunas decisiones.
Tenía que
sentirme valorada para que mi autoestima tomara forma olvidando el gran
desengaño y pena. Sin querer tomé el control de la vivienda amparada por la
lástima que daba. Me convertí en reflejo de Toña sin apenas enterarme.
Santiago en
las discusiones sobre el adulterio, siendo hombre lo veía distinto y se
abstenía de juzgar, las dos éramos sus hermanas y quería por igual. Sus
palabras llevaban amago de provocar culpa en mi esposo, diciendo que fue él
quien sedujo a Toña con la intención de tener un hijo puesto que yo no se lo
podía dar. Recalcaba además, que el descuido físico engordando
desmesuradamente, repercutió en que no me deseara, y ya sabes, Adela, el hombre
es débil en carne, aunque tu esposo pudo haber tenido coraje.
El que
Santiago no defendiera avivaba el mal carácter castigando con ello a la familia
y dando más pena de la que por sí daba. Sus sentimientos estaban
revestidos de compasión y miedo por si tenía la ocurrencia de organizar alguna
locura. Y de tal estilo de vida fuimos forjando carácter y costumbres.
Lo que fuera
verdad o no, derivó en una creencia y asalto a las emociones más primitivas,
ligando a los tres hermanos por el Karma de nuestras memorias a una nueva
encarnación que actualmente vivimos, y en alguna forma compartimos
experiencias.
Te explico y sin el denso cuerpo que me cubre lo veo diáfano y con sentido mi retorno, pero cuando entro en él despertando, nada queda de la verdad que sé, ni siquiera llego a comprender, en la conciencia de mi Ser, qué fue lo que me propuse desempeñar al elegir de nuevo convivir con los que fueran hermanos y ahora, con distinta versión de sus talentos.
Te explico y sin el denso cuerpo que me cubre lo veo diáfano y con sentido mi retorno, pero cuando entro en él despertando, nada queda de la verdad que sé, ni siquiera llego a comprender, en la conciencia de mi Ser, qué fue lo que me propuse desempeñar al elegir de nuevo convivir con los que fueran hermanos y ahora, con distinta versión de sus talentos.
Continuará con la vida actual de Adela. Clica Aquí para leerla
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